Maquetación (I): El armazón no engaña

Toda gran obra lleva aparejada un buen armazón, una estructura que no vemos pero que está ahí para sujetar y distribuir todos los elementos con armonía y belleza, sin ella la obra se desplomaría y caería hecha pedazos.

Esto que es un principio de toda disciplina artística y que lo podemos observar muy bien en arquitectura donde los cimientos y las estructuras de columnas y vigas son fundamentales para la perfecta ejecución de cualquier edificación y que también lo podemos apreciar en la escultura, donde lo primero es  crear el armazón para luego colocar y modelar el barro sobre éste o sin irnos muy lejos , nuestro propio cuerpo ¿qué sería de él sin su esqueleto?.

Pues este mismo principio es el que hay que aplicar cuando iniciamos el diseño y maquetación de cualquier tipo de publicación. Una vez elegida la tipografía para nuestro texto (el elemento más importante cuando hablamos de productos editoriales), una buena elección de la tipografía, así como un buen trabajo en su justificación en la mancha propuesta, es fundamental para su buena legibilidad. Lo primero es definir el formato que vamos a utilizar, que dependerá siempre del tipo de publicación y público al que va dirigido; más tarde diseñamos nuestra página, con sus márgenes, mancha tipográfica y su estructura, compuesta por columnas y módulos.

Todo esto crea nuestro armazón, lo que llamamos en diseño editorial, rejilla base, cuya unidad de proporción viene dada por la interlínea del texto general, que a su vez nos va a servir de medida de proporción entre todos los elementos de la publicación.

De esta manera nuestra página contará con una sólida estructura para empezar a colocar y distribuir todos los elementos de la publicación, que de esta manera quedarán todos en su sitio, porque el armazón no engaña.